Soy Maria Annunziata Stallo, hija de Cosimo Stallo y Maria Martucci. Nací en Massafra el 20 de febrero de 1940, y como era el período de la guerra, crecí en la pobreza.
En la familia éramos siete hijos, y como mi madre ya se había convertido al Evangelio, recibí sanas enseñanzas cristianas desde niña. Mi mamá trataba de inculcarnos, principalmente con su ejemplo, el amor y el temor de Dios, quien es digno de ser honrado en nuestra vida siempre… incluso y especialmente cuando las circunstancias son adversas, porque Él es fiel y siempre honra a los que Lo honran.
Mi madre enfrentaba cada problema con serenidad, confiándolo con fe y sencillez a Él, y cada día podíamos ver las obras que el Señor invariablemente realizaba en nuestra casa, en las cosas pequeñas y grandes.
Esto hizo que en mi corazón madurara el amor por este gran Señor, que murió en la cruz también por mí, salvándome de la muerte eterna.
Le estoy profundamente agradecida por cómo ha estado a mi lado en toda mi vida. Junto a mi esposo, Salvatore Convertino, hemos servido con humildad y sencillez a nuestro Dios en todo lo que nos ha dado para hacer; hemos anunciado el mensaje de salvación en los pueblos y en el campo y, por gracia y obra del Señor, hemos tenido la alegría de ver nacer tres comunidades.
Dios nos ha dado seis hijos, y en tantos años hemos tenido momentos de alegría y otros de dificultad, pero nunca le estaremos lo suficientemente agradecidos por las bendiciones que fielmente ha dado a nuestra vida.
Hoy tengo 78 años y hace unos diez años maduró en mi corazón el deseo de dejar por escrito el sencillo pero genuino testimonio de mi madre; una mujer que, aunque analfabeta, impulsada por un fuerte celo por Su “amado Salvador” (así se refería siempre a Dios), y llena del Espíritu Santo, testificó de Dios con palabras y con el ejemplo hasta su último aliento.
He orado mucho al Señor para que me guiara y comencé a escribir con sencillez un diario en el que intenté plasmar todo lo que podía recordar de la vida de mi madre. El objetivo de este trabajo es dar a conocer a las nuevas generaciones la fiel dedicación al servicio del Señor de esta mujer y cómo Él la usó para la salvación de muchas almas.
Durante toda su vida, mi madre no perdía oportunidad de hablar de Su poderoso Señor y Salvador. Ahora que ya no puede hacerlo, que este pequeño librito continúe anunciando que solo en Cristo Jesús hay salvación, consuelo y libertad.
Que el Señor de la Gloria continúe salvando a hombres y mujeres que Le sirvan fielmente aún en esta generación.
Maria Annunziata Stallo
2016