A la edad de unos 90 años, a mi madre le diagnosticaron una úlcera en el estómago, y comenzó a sentirse mal. El médico de cabecera le dijo que, si quería vivir más tiempo, tendría que operarse y tratarse; de lo contrario, sufriría y moriría. Mi madre respondió al médico con estas palabras: “Doctor, hace muchos años que sirvo al Señor y tal vez ha llegado el momento de que me vaya a casa con Él. ¡El pacto que hice con Dios hace tantos años quiero mantenerlo hasta la muerte, porque el Señor dice: Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la Vida.” (Cf. Apocalipsis 2:10). “¡Yo, doctor, quiero la corona que el Señor me ha prometido!”
El médico quedó tan asombrado que no quiso insistir para convencerla.